La dignidad
de ser abonado herculano
(Por
exigencias técnicas escribo esto el martes 14 de Agosto a cuatro días del
Lugo-Hércules y a 11 del derby con el Elche)
Que uno
tenga que oír a estas alturas del curso que es preferible perder la antigüedad
que la dignidad refiriéndose al hecho de abonarse o no al Hércules es algo que
rechina a los oídos y a la inteligencia.
Espero que quienes
piensen así, además de no abonarse al
Hércules, ni se les ocurra admitir pase de favor alguno y se dediquen a ver
mucha televisión, mucho Madrid y mucho Barça. Es allí donde hallarán la fuente
de vida de limpieza moral y ejemplar que les transportará al camino de
perfección.
Es la nueva
oleada moral. Me recuerda, salvando las distancias, a aquella regeneración
macarthista de los años 50 en Estados Unidos donde el que no era buen americano
era comunista. Parece que algunos quieren convertir al Hércules en una especie de Sálvame de Luxe
futbolero. Se dedican un día tras otro a narrar con pelos y señales, el último chisme,
la última desavenencia o lo que no sé si es peor rescatar de la naftalina del
pasado tal o cual suceso más o menos
conveniente a las circunstancias.
La cuestión
es estar al loro del último chisme, la última metida de pata, el último dato
económico. Y contarlo en petit comité. A ver quién sabe más del meollo de la
cosa. Y contarlo con expectación, con cierto suspense. Es lo más de lo más.
Y
pontificar. Pontificar mucho. Rasgarse las vestiduras. Y no mesarse los
cabellos porque quizás quedaría demasiado aparatoso.
De fútbol,
poco. Para qué. Donde estén los últimos chismes de yernos, las últimas reprobaciones
a jugadores por comportamientos extra futbolísticos o las últimas consideraciones morales que se
quiten las valoraciones futbolísticas, las cualidades técnicas de los
jugadores, las posibilidades de cara a la temporada que empieza. Lo primero es
lo primero.
Ortiz y Pitarch,
Pitarch y Sergio, Mandía y Portillo, Portillo y Braulio…y así hasta el
infinito.
Hay algunos
otros despistados herculanos cerca de 4.000 en estos momentos, que no se les ocurre
más que abonarse, ¡con la que está cayendo! Resulta que los pobres ignorantes
tienen la ridícula costumbre de seguir el rito. De mantener la llama. De
mostrar un testimonio de herculanismo simple y sencillo. Consideran el abc del
herculanismo ese sencillísimo gesto de pagar una cuota para el equipo de tu
vida a cambio de un carnet. Lo consideran un rito. Como la renovación de los
votos religiosos. Es simple. Soy del Hércules y me abono. Como lo hacen
millones y millones de seguidores de miles de equipos de fútbol en el mundo.
Ser socio de tu equipo y estar orgulloso de ello.
Todo ello
independientemente de que los dirigentes sean buenos, malos, regulares o
pésimos, las gestiones calamitosas o ejemplares, los comportamientos
transparentes o falsos, las luchas internas fratricidas o no, las ansias de
notoriedad normales o enfermizas…
¿Es tan
difícil de entender? Un escudo, unos colores, un carnet y un honor. El honor de
ser herculano. A pesar de los pesares.
Y hoy el
Elche, herculanos. No está mal para empezar.
Macho el Hércules