Tirar del carro
Imagino qué
sentirían los herculanos de los años 30 cuando observaban la construcción de un
novedoso estadio Bardin que en palabras del Diario El Sol “es, sin duda de alguna clase, el mejor de toda la región”.
Orgullo, ilusión y esperanza.
Observando el
viejo carro, perfectamente rotulado y esponsorizado con la palabra Hércules,
eso sí, no tengo más remedio que pensar en las decenas de miles de herculanos
que han tirado de él. Directivos visionarios
como Bardin o Rico Pérez, jugadores extraordinarios como Manolo Maciá, Calsita,
Pina, Giulano, Kempes, Humberto, Baena, Manolo Alfaro, Eduardo Rodríguez,
Pavlicic,Tote…trabajadores ejemplares del club como Manolo González, Santiago
Baños…, periodistas todo terreno como Pascual Verdú Belda, Vicente Crespo,
Antonio Cutillas…y sobre todo millares y
millares de herculanos que primero descubrieron el fenómeno Hércules y luego se
insertaron en él en cuerpo y alma. Lo ensalzaron, criticaron, padecieron,
gozaron, pero sobre todo vivieron intensamente, consiguiendo un año tras otro y,
en medio de enormes vaivenes de todo tipo, enraizarlo en la médula de una
sociedad que sin él ya no sería la misma. Y traspasarlo a sus descendientes.
Aquí estamos.
Con muy graves problemas institucionales y financieros, con una masa social
preocupada y esperanzada y un grupo de jugadores que por fin están dando un
paso al frente en su gran profesionalismo e independientemente de sus
capacidades futbolísticas, que son muchas, lo están dando todo.
Y eso se
nota. Cuando marcamos un gol. Cuando hablan a la prensa. En la calle. Aquí hay
piña, amigos. Y cuando eso ocurre las probabilidades de éxito deportivo
aumentan de forma exponencial. La calle lo percibe, sin duda. Vuelve a ser el
Hércules tema de conversación en positivo, de ilusión colectiva.
La llama se
reaviva, herculanos. Ya muchos piensan en el primer puesto. Ya vemos victorias
sin fin, el ascenso a la vuelta de la esquina…Pero ojo. Confianzas las justas. Como
un ilusionado más, quiero deciros que todavía no hemos hecho nada. Que si no
ganamos al Olot, todavía no habrá nada asegurado. Que tenemos que volcar todas
nuestras ansias y esperanzas herculanas sobre los jugadores. Hacerles sentir
ese soplo extraordinario de fe y cariño a unos colores que les haga volar hacia
la victoria..
Tirando del
carro. Una vez más. Todos juntos. En armonía. Formando una sinfonía
extraordinaria que resuene en todos los ámbitos y haga que muchas voluntades de
todo tipo se unan a ella y poco a poco vayamos solucionando todos nuestros
problemas desde la inteligencia, honradez y entrega a una idea común. El Hércules.
Macho el
Hércules
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